LA NARANJA SANGUINA


 

La primera vez que vemos un ejemplar de este tipo de naranja nos sorprende e, incluso, puede haber alguien que piense que está podrida. Y es normal esa sorpresa, ya que esta variedad de  naranja no es muy conocida en España.

 

No se da en todas partes y su temporada es corta, sin embargo, es uno de los mejores regalos que la naturaleza nos hace en invierno.

 

La naranja sanguina es, como su nombre indica, una variedad de naranja con unas características que la diferencian de esta, especialmente el color, que va del rojo intenso al más oscuro pudiendo a veces tener matices morados. La cáscara tiene motas o pinceladas rojas de mayor o menor intensidad, que se acentúan en el interior adquiriendo a veces la tonalidad del vino tinto y su zumo tiene un color muy parecido al de la frambuesa. 

 


Este color se debe a la presencia de antocianinas, un pigmento con alto poder antioxidante que da a las frutas y verduras el color rojo o morado. De hecho, es el único cítrico que lleva este pigmento en su composición, un valor añadido a los grandes beneficios que todos los frutos de esta familia proporcionan a nuestra salud.

 

La temporada de naranjas sanguinas es corta, pues necesitan unas condiciones climatológicas  muy especiales, días cálidos y noches frías. Es ideal el clima de Sicilia, donde parece que tienen su origen debido a una mutación de la naranja dulce tradicional. La naranja roja de Sicilia ostenta el estatus de Indicación Geográfica Protegida. El cultivo de estas naranjas se da, predominantemente, en zonas mediterráneas, aunque actualmente se ha extendido y hay una gran producción en algunos lugares como California.

 

 

La naranja sanguina, además de por su color, se diferencia de las otras porque es algo más pequeña y su sabor es más intenso, con un perfecto equilibrio entre dulce y ácido, aunque tanto el color como el sabor dependen de la variedad. En España tenemos la Sanguinello, una de las tres variedades más conocidas y cuya dulzura y aroma tiene una intensidad intermedia entre las otras dos, la Moro y la Tarocco, ambas de origen siciliano.

 

Todos los cítricos son muy beneficiosos para la salud, por su gran aporte de vitaminas, minerales y antioxidantes.  La vitamina que se encuentra en mayor cantidad es la C, imprescindible para muchas de las funciones metabólicas del organismo. Contribuye a la absorción del hierro y otros minerales presentes como el calcio y el fósforo, por lo que ayuda a prevenir la anemia y protege los huesos y articulaciones. Combate las infecciones, gripes y catarros y ayuda a cicatrizar las heridas. La naranja sanguina tiene más cantidad de vitamina C que la naranja corriente.

 

Son también ricas en otras vitaminas del grupo B muy importantes para proteger el sistema nervioso, como tiamina y ácido fólico que, según recientes estudios ayuda a prevenir algunos tipos de cáncer y protege de las enfermedades del corazón. Es, además, indispensable durante el embarazo para evitar malformaciones en el feto como la espina bífida.

 

La naranja defiende al organismo de enfermedades del corazón de diferentes maneras: regula la presión arterial gracias a su alto contenido en potasio; evita la coagulación de la sangre y reduce el riesgo de infarto y derrame cerebral, gracias a su riqueza en magnesio. La pectina y la fibra presentes en ella ayudan a regular los niveles de colesterol. Tiene un ligero efecto laxante y diurético, lo que hace de esta fruta un buen depurativo que nos ayuda a adelgazar de manera saludable. Facilita la eliminación del exceso de ácido úrico a través de la orina y previene la formación de piedras en el riñón.

 

Las naranjas son ricas en betacarotenos, un pigmento que da a las frutas y verduras su color amarillo y naranja y que se transforma en el organismo en vitamina A. Esta vitamina es un potente antioxidante que nos protege de los radicales libres, refuerza nuestro sistema inmunitario, nos ayuda a mantener la piel sana y es una gran protectora de la vista, pues nos ayuda a defendernos de enfermedades como degeneración macular o cataratas.

 

La naranja sanguina añade a todos estos beneficios los que proporcionan las antocianinas, el pigmento de alto poder antioxidante que le confiere ese color tan especial. Su mayor poder reside en su capacidad para combatir el envejecimiento celular, ya que es capaz de neutralizar el proceso oxidativo que provocan los radicales libres. Esta capacidad hace de las antocianinas grandes aliadas de la salud cerebral ya que mejoran la concentración y la memoria y nos defienden contra las enfermedades degenerativas como Alzheimer o Parkinson. También nuestra piel se ve favorecida por la presencia de estas sustancias que ayudan a regenerar las paredes celulares y, por tanto, a retrasar el envejecimiento.

 

Otras propiedades de las antocianinas son su capacidad para combatir algunos tipos de cáncer, proteger el sistema urinario de infecciones y ejercer una suave acción antiinflamatoria que favorece a personas con artrosis.

 

El momento en el que las naranjas sanguinas aparecen en los mercados depende del lugar en que nos encontremos, pero por lo general es durante el invierno y la primavera, así que todavía tenemos por delante una buena temporada para disfrutar de este precioso fruto.